
Definir los límites del conflicto social y de la guerra
interna, en verdad parece bastante complicado cuando son esencia del
desenlace de una realidad surgida de la desigualdad, la pobreza y la
disputa de intereses antagónicos en el contexto de la lucha de clases.
La violencia, la guerra emerge como un mecanismo que cruza a toda la
sociedad; de ahí la importancia de construir una verdadera
participación, una acción social política movilizadora por la paz, para
remover las estructuras injustas impuestas en nuestra nación.
De la lucha social surgen procesos interesantes por su
valor popular y organizativo en medio de la diversidad de Colombia, los
cuales tropiezan con mecanismos violentos institucionalizados, para
impedir la progresión de la crítica y la resistencia de las pobrerías.
Son como encorbatados mercenarios del tiempo pasado opuestos a las leyes
del desarrollo social, a la evolución y de la transformación de la
conciencia, de la incorporación de formas realmente populares para la
participación en un contenido ampliamente avanzado de la democracia.
De dos grandes enfoques de la sociedad se desprenden todos los matices e interpretaciones:
El Estado de una parte, representa a la clase dominante,
que actúa y juega su papel como instrumento del imperialismo, combate
cruelmente a su propio pueblo, e invisibiliza, estigmatiza y criminaliza
a la divergencia social y política. Y al mismo tiempo dirige las
matrices mediáticas con banales teorías como "prosperidad y Paz" que
pretende mostrar en esas dos categorías una síntesis de la democracia,
cuando en realidad estas no se aplican ni en los aspectos más
elementales.
Del otro lado está el pueblo y sus organizaciones, las
mayorías, levantando las banderas de las soluciones reales a la
problemática nacional.
Tengamos en cuenta lo siguiente:
En los principios fundamentales de la
constitución política de Colombia del 91. en el Art 2, está contemplado
como fin esencial del Estado servir a la comunidad...facilitar la
participación de todas las decisiones que los afectan en la vida
económica, política, administrativa y cultural de la Nación, defender la
independencia nacional,...asegurar la convivencia pacífica y la
vigencia de un orden justo. [1] Si
lo anterior se cumpliera cabalmente no habría guerra, ni el conflicto
social tendría las actuales connotaciones. Serian estos los principios
literales de expresiones de una democracia soberana y de auténtica
participación nacional.
Hay cosas tan contradictorias de la retórica (el decir)
con la praxis (el hacer) que parecen pertenecer a escenarios y momentos
distintos a los actuales.
El 14 de Noviembre del 2013, en el Congreso “100 años de
la Administración Pública: retos y perspectivas”; el presidente Santos
se refirió a la necesidad de- "...fortalecer las
instituciones para que el Estado cumpla por fin el postulado de ser un
Estado Social de Derecho, como manda nuestra Carta Política." [2] Pero en realidad el fortalecimiento de dichas instituciones estimula nuevas formas de sometimiento y exclusión social.
«En verdad para leer al gobierno se necesita la interpretación inversa de lo que está comunicando»
Es como si se movieran dos corrientes: la
endulzante-distractora, y la avasallante, la aniquiladora, que en
realidad predomina y merece con urgencia propaganda objetiva.
El siguiente es también un argumento del presidente Santos y pertenece a la retórica endulzante: "...se
necesita de la convivencia y la unidad de todos los colombianos, dentro
del respeto a las diferencias y las opiniones ajenas..." [3] algo así como la fábula del Pastorcito Mentiroso, si se tienen en cuenta los contenidos antidemocráticos del régimen político.
En verdad para leer al gobierno se necesita la interpretación inversa de lo que está comunicando. Santos ha dicho "Se
protegerán los derechos de las mujeres en riesgo o que son víctimas del
conflicto armado, y se fortalecerán las diferentes organizaciones de
mujeres en la construcción de la paz..." [4]
Sin embargo, ni se protegen las víctimas mujeres, ni sus
derechos, por el contrario las acciones represivas contra ellas son
constantes, miremos esto: En Abril del 2013 fue publicada la amenaza a
Beatriz Elena Mestre, reclamante de 160 hectáreas que le habrían
arrebatado grupos paramilitares en el municipio de Turbo, esta mujer ha
sido objeto de intimidaciones y amenazas desde el año 2007. [5]
En ese contexto, de leyes y constitución, el cual supone
la existencia de un paradigma de tradiciones democráticas en el país,
topamos acciones de factores de poder que no pudieran existir a no ser
por el entramado marrullero de complicidades institucionales. Con
demasiada frecuencia y en la más completa impunidad surgen desde el
obscurantismo político paramilitar exigencias como " (…)
hemos tomado la decisión de darles una semana para que abandonen la
ciudad, o de lo contrario los liquidaremos a todos, hasta una nueva
oportunidad. bloque calima (rastrojos) AUC”. [6]
A veces estos panfletos surgen de los recovecos de la inteligencia
militar, policial o de sus paramilitares por petición institucional,
político o empresarial. Un paramilitarismo consentido por la clase
domínate y financiado por las mafias, latifundistas, empresarios y en
muchos casos por el mismo Estado.
Entonces vemos que existe la necesidad urgente de crear en
la conciencia social, el concepto acertado de la democracia en el mismo
ejercicio de la participación, de la construcción de las visiones y
proyectos concretos de los distintos asuntos que comprometen el destino
de la sociedad. Cómo hacer de esa teoría de la participación un producto
social bien elaborado con proyección de modelos alternativos para
problemáticas concretas en lo político, económico, social, ambiental y
cultural.

Que la sociedad se refleje de manera tangible diseñando
las edificaciones de país que sueña; que haga de la crítica el
instrumento que impulse el desarrollo social y el ejercicio de la acción
política como dinamizadora de las transformaciones democráticas
reales.
Pero en verdad repensar el país y proyectarlo con la
mirada de los nuevos tiempos nos exige tomar control de las
transformaciones democráticas habiendo derrotado a los mercenarios de
los tiempos arcaicos y sus doctrinas de capitalismo neoliberal.
Y como el gran reto es construir unidos la verdadera
democracia es ideal ir fortaleciendo los espacios que integren a toda la
sociedad y sobre todo a los sectores más vulnerables, hasta llegar a
una Asamblea Nacional Constituyente para la paz con justicia social.
1. Constitución Política de Colombia 1991 pdba.georgetown.edu/Constitutions/Colombia/colombia91.pdf 2. Palabras del Señor Santos en el Congreso ‘100 años de la Administración Pública: retos y perspectivas’: http://wsp.presidencia.gov.co/Prensa/2013/Noviembre/Paginas/20131114_10-Palabras-Presidente-Juan-Manuel-Santos-Congreso-100-Administracion-Publica-retos-perspectivas.aspx 3. http://m.semana.com/nacion/articulo/el-discurso-de-fin-de-ano-del-presidente-santos/369612-3 4. http://wsp.presidencia.gov.co/Prensa/2012/Septiembre/Paginas/20120912_09.aspx 5. Verdad Abierta: http://www.verdadabierta.com/component/content/article/48-despojo-de-tierras/4560-urabenos-amenazan-a-reclamante-de-tierras-de-uraba 6. Amenazas contra líderes FENSUAGRO: http://nolascopresiga.blogspot.com/2013/03/fensuagro-denuncia-amenazas-en-contra.html
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